La vid. Donde empieza todo
De la familia botánica de las Ampelidáceas, la vid es un arbusto del género Vitis, planta trepadora y de tallo sarmentoso y herbáceo. De toda la familia, la Vitis Vinífera de origen europeo es la cepa que produce las cepas más nobles para elaborar el vino.
Dice la leyenda que fue la antigua Armenia, y concretamente el monte Ararat (donde se detuvo el Arca de Noé) el primer lugar de cultivo y elaboración de vino.
La Vitis Vinífera se cultiva en muchos tipos de terrenos y climas aunque prefiere zonas de veranos largos e inviernos frescos. La vid se desarrolla especialmente bien entre el nivel del mar y los 1.000 metros de altura aunque hay zonas de cultivo a más de 2.000 metros en lugares como Argentina o Canadá.
Tiene una vida óptima para la producción de unos 40 años pero sus vinos no son aptos para la elaboración de vino hasta más o menos el tercer año.
Las partes de la vid
La vía de conducción de agua y nutrientes para la planta es la raíz. La profundidad y los tipos de raíces dependen de factores como el suelo, la humedad, la variedad, la edad de la viña… y pueden variar desde medio a 10 metros. El tallo es la estructura de la planta. Soporta y distribuye los órganos aéreos: hojas, yemas… El tronco es la madera vieja de la planta y su forma viene determinada por el sistema de conducción y poda. Los brazos son la madera de dos años, es decir, los sarmientos del año anterior, y los sarmientos son la madera del año. A su vez, el sarmiento se compone de nudos y puede alcanzar una longitud de ocho a diez metros. Al embrión del brote se le llama yema, que será el futuro tallo donde se insertan pequeñas escamas verdosas que son las futuras hojas y racimos. Las hojas son las responsables de la fotosíntesis, Captan dióxido de carbono con la ayuda de la luz solar y lo transforman en azúcar. Las flores están en los racimos y situadas en los nudos de los sarmientos jóvenes. Cuando la flor es fecundada da lugar al fruto, a la uva.
Fuente: El Mundo del Vino Condado con Sencillez. Cristina Alcalá
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