La evolución de un vino
Cuando hablamos de la evolución de un vino nos referimos en este caso a su evolución en botella, no en barrica. Porque una vez en la botella, el vino sigue envejeciendo y eso podremos notarlo en la cata.
¿Cómo son las pistas que nos da el vino para saber de su evolución, su edad, su estado?
Un vino blanco joven, en su plenitud será de color pálido, pajizo… Según el tipo y variedad, con el paso del tiempo se volverá dorado y con más años tendrá tonos topacio. En aromas destacarán al principio las flores, frutas… que se convertirán en fruta pasificada, notas de caramelo hasta que el vino se oxide y se vuelva ajerezado. En boca, las sensaciones irán evolucionando desde una acidez y frescura iniciales a otras más ligeras y casi neutras, hasta llegar a sensaciones de agrio. De suavidad se puede pasar a la aspereza. Los sabores también irán evolucionando como en nariz, con el añadido de que el vino se irá desequilibrando y con el tiempo se hará plano, es decir, poco expresivo.
La evolución de un vino tiento irá desde los intensos morados casi azulados y picotas acentuados , para pasar después a un rojo violáceo, rojo cereza, granate, rojo rubí, rojo con borde teja, castaño y, en casos de mucha evolución, tonos de chocolate. En la nariz, la fruta, las flores, el regaliz, los especiados, las hierbas aromáticas que pueda tener un vino, irán tendiendo a la pasificación, mermeladas, notas de compotas, licorosas y alcohólicas.
Esta evolución teórica puede ayudarnos mucho a conocer más el vino que estamos catando y en qué momento de su evolución está. En algunos casos, seremos capaces incluso de conocer, en un primer vistazo, si está en su plenitud o si ya ha pasado su mejor momento.
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