El origen de la crianza del vino
La crianza del vino se define como un proceso de envejecimiento y maduración de un vino para conseguir los mejores aromas y matices, ya sea en barricas, en depósitos o en la propia botella. Pero… ¿Cómo habría surgido la idea de la crianza en barrica?
La barrica de madera comenzó siendo un envase en el que transportar el vino, que con anterioridad viajaba en otros recipientes de distintos materiales y capacidades, desde las frágiles tinajas y ánforas hasta pellejos de cuero curtido o impermiabilizado con resinas o pez, más resistentes en los duros y largos trayectos y medios de transporte como caravanas, vías fluviales…
La madera comenzó a usarse como un buen medio de almacenamiento y transporte ya en épocas del Imperio Romano. Se empleaba madera de roble por ser muy abundante, poco permeable, dura y resistente. Aunque no era la única; el cerezo y el castaño también eran habituales. Tanto su utilización como su diseño respondían a requerimientos de desplazamiento y manejabilidad. Siglos después, un país no productor de vino pero sí de los mayores consumidores, Reino Unido, instauró una vía marítima y comercial muy importante para el desarrollo vinícola.
Los vinos eran transportados a granel en envases de madera de 200 a 600 litros de capacidad y posteriormente envasados en recipientes más pequeños para su distribución.
Muchos de estos vinos evolucionaban durante el trayecto, se oxidaban y por eso a menudo se encabezaban con alcohol vínico para evitar este fenómeno, y entonces se tornaban algo dulces, muy «al gusto» británico. Parece que fue entonces cuando se empezó a investigar sobre la crianza mixta, es decir, en barrica y posteriormente en botella.