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Las fichas de cata

Las fichas de cata

Existen muchos tipos de fichas de cata pero todas ellas cumplen los mismos objetivos: reflejar y cuantificar de la manera más objetiva posible el análisis sensorial de un vino para establecer una comparativa con los resultados.

Unas fichas de cata son más cualitativas y otras más cuantitativas. En ambos casos, a cada parámetro de valoración se le otorga un valor ponderado y, en ocasiones, existe la posibilidad de un apartado para describir o comentar lo que el catador quiera para tener mayor información sobre ese vino.

Las fichas de cata varían en función de su fin. Algunas se diseñan a medida de un comité de una revista, por ejemplo; otras son específicas para una bodega, y otras homologadas para un concurso internacional.

En general, hay parámetros similares de valoración, lo que sí suelen cambiar son las escalas de puntuaciones. Algunas van de 0 a 10, otras de 0 a 100; en unas el máximo valor teórico será la puntuación cero y en otras la 100. Las primeras se conocen como fichas de calificación por penalización y las segundas como de calificación positiva.

En ciertas puntuaciones se admiten decimales en otras, solo números redondos. También las hay que asignan «pluses».

En algunas fichas basta con marcar el número de valoración asociado a una puntuación y en otras hay que señalar aspectos más cualitativos del vino que ya vienen reflejadas en la ficha.

Además de indicar el nombre del vino (o el número en el caso de una cata a ciegas), la añada, la bodega…, las fichas se dividen en las tres fases que componen la cata. Para el análisis visual se suelen utilizar los parámetros de intensidad,, matiz y aspecto. En la nariz se mide la calidad, finura o intensidad del aroma; en boca, la calidad de los sabores, el cuerpo, la persistencia, las sensaciones gustativas…. Otros apartados para la valoración de un vino son las impresiones generales: equilibrio, armonía y, según sea la ficha, se puede valorar la calidad – precio.