La viticultura en Galicia tiene raíces muy profundas que se remontan a la época romana. Según el Museo del Vino de Galicia, ya en el siglo III los romanos practicaban la viticultura en la región, como evidencian restos arqueológicos del lagar de Santa Lucía de Astariz (Castrelo de Miño) Este legado marcó el inicio de una tradición que perduraría a lo largo de los siglos.
Durante la Edad Media, los monasterios jugaron un papel decisivo en la expansión de la vid. Hasta entonces, el cultivo era escaso y disperso, pero con el apoyo monástico —especialmente a través del Camino de Santiago— se impulsó el viñedo en comarcas como el Ribeiro, Ribeira Sacra o Rías Baixas Las órdenes religiosas, mediante donaciones y contratos forales, fomentaron la plantación sistemática de viñas, asegurando suministro para la liturgia y el consumo local.
Durante los siglos XIII al XV, los vinos gallegos comenzaron a ganar prestigio fuera de Galicia. El Ribeiro, en particular, se convirtió en un producto muy cotizado, llegando a exportarse a grandes mercados como Inglaterra, Francia, Flandes o Italia. Este reconocimiento internacional incentivó la consolidación de normativas que protegieran la calidad del vino. Las Ordenanzas de Ribadavia de 1579 establecieron los límites de cultivo y criterios de producción, un antecedente de las actuales denominaciones de origen.
Sin embargo, el siglo XIX fue una etapa difícil: enfermedades como el mildiu, el oídio y especialmente la filoxera devastaron los viñedos gallegos. Muchos viñedos fueron abandonados y reemplazados por variedades de rápida producción, lo que impactó negativamente en la identidad vitícola local.
Fue a finales del siglo XX cuando la viticultura gallega comenzó una recuperación significativa. Con la entrada de España en la Unión Europea en 1985 llegaron fondos para reestructurar viñedos, recuperar variedades autóctonas como Albariño, Godello, Treixadura, y establecer denominaciones de origen como Rías Baixas, Ribeiro, Ribeira Sacra, Monterrei y Valdeorras. Este renacimiento fue clave para posicionar los vinos gallegos como referentes de calidad en España y más allá.